Mucho nos han preguntado sobre cuál sería el consejo más simples en términos de una alimentación saludable. Y la respuesta puede estar en una sola frase:
Evita los 5 venenos blanco.
Y, ¿cuáles son?
Azúcar y harinas blancas, sal de mesa, leche y todos sus derivados.
Comencemos por el azúcar refinada:
La digestión del azúcar es muy ácida para nuestro cuerpo que tiene una leve tendencia a ser alcalino. ¿Cómo es esto? Seguramente alguna vez oíste hablar del PH (potencia de hidrógeno). Bueno, 0 es el valor más ácido, 14 el más alcalino y 7, es neutro, ni uno ni otro. Nuestra sangre oscila entre 7,36 y 7,46. Jamás se podría salir de ahí, sino sería una catástrofe para nuestra vida. No lo resistiríamos. El azúcar suele esta en 2 ó 3 de acidez, por lo tanto, el cuerpo tiene que recurrir a un mecanismo de emergencia para contrarrestar semejantes acidificación, y no salirse de los valores de la sangre que les mencioné. ¿Y cómo lo hace? Utilizando nuestras propias reservas de minerales. Sobretodo, el calcio de nuestros huesos.
El problema con el azúcar blanca, a diferencia del piloncillo, es que no tiene los minerales para reponer los que se extrajeron en el proceso de realcalinización. Dicho de otra manera, si el aparato digestivo hablara diría algo como: -¡Oigan, llegó algo muy acido, ¿qué hacemos?! Y del otro lado le responderían: –Saca minerales del hueso, que ahora absorbemos los del azúcar y los reponemos!! Pero como el azúcar banca carece de minerales, el cuerpo entra de déficit de estos micronutrientes tan necesarios, entre otras cosas, para prevenir la osteoporosis.
Y eso no es todo, el azúcar hace que el páncreas tenga que secretar grandes cantidades de insulina para que de la sangre entre a las células y allí se transforme en energía. Si esto lo hacemos cada tanto, no hay mucho problema. Pero con este estrés a diario, puede hacer que un día esta glándula nos diga: no trabajo más. Como Forrest Gump…
Y por si esto fuera poco, la insulina es un gran detonante de los procesos inflamatorios del organismo.
El gran problema que tenemos con el azúcar es que resulta adictiva. Tanto o más que la cocaína. Si observas las etiquetas de los alimentos procesados, encontrarás que en mayor o menor medida, siempre está presente.
Ahora, la pregunta del millón: ¿ Y por qué podemos sustituirla? Nuestra sugerencia es que de apoco trates de ir reduciendo su uso. Al hacernos adictos, hoy por hoy el cuerpo la necesita. Lo ideal es que empieces sustituyéndola por mascabado o piloncillo. Como te decía antes, ambos conservan gran cantidad de minerales necesarios para nuestro cuerpo. La miel es un buen sustituto, sólo ten en cuanta una cosa: jamás la calientes por encima de 45ª o se volverá tóxica. No la cocines; agrégasela al té o alimentos cuando estén a la temperatura en que lo vas consumir.
Y por último, puedes optar por las hojas de Svevia. Pero las hoja, no el polvo.
Saliéndonos un poquito del tema, pero no quería dejar de mencionarlo: los jugos de fruta y la fructosa. Digamos que la fructosa es el azúcar de la fruta. No es tan mala, ya que tiene vitaminas y minerales que el cuerpo necesita, pero la fruta está en este mundo para ser comida entera, con su fibra, cómo nos las dan los árboles. No quiero decir con esto que los jugos de fruta son malos, nosotros, en jugoterapia la damos a nuestros pacientes con cáncer, diabetes, cardiopatías… Pero hay que consumirlos con moderación ya que su absorción es tan rápida que la fructosa pasa directo a la sangre. Si la comes completa, la digestión será un poquito más lenta y obtendrás sus mayores beneficios.
Bueno, hasta aquí llegamos con el azúcar… En otros post les hablaré de los otro 4 venenos blancos que faltan.
Así que, de aquí al próximo, te invitamos a que vayas incorporando en tu vida y la de tu familia, estos pequeños grandes cambios.
¿Estás listo para transformar tu vida?